domingo, 20 de febrero de 2011

Reconocer nuestras emociones es muy importante

Queridos amigos:


Esta semana queremos compartirles otro breve video de Rimpoché en la Universidad Iberoamericana. Aquí enfatiza la importancia de ser sinceros con nosotros y reconocer nuestras propias emociones negativas.

Esperamos les sea de utilidad.
Buen inicio de semana,
Alumnos de Phakchok Rimpoché en México

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(Paráfrasis)

«Yo también era muy enojón. De hecho, les voy a enseñar. ¿Ven mis manos? una está deformada (como la de un maestro de kung fu) por golpear tanto la pared cuando me enojaba. Me creía muy macho. Cuando me enojaba, mis manos empezaban a temblar de las ganas que tenía de empezar a golpear la pared.

Yo también era muy orgulloso, y todavía soy un poco furtivo, hacía las cosas a escondidas, ya no tanto, pero un poquito. Solía poner buena cara frente a mi maestro, y después empezaba a criticar a sus espaldas. Así era, quiero ser sincero; antes era más, ahora menos. Y lo he trabajado; he practicado. Intenté dos formas: en mi cultura dicen que hay que reprimir la emoción; no sé si en México también, pero enseñan que los hombres deben reprimir sus emociones. También fui a psicoterapia occidental, y me decían que debía expresar todas mis emociones, liberarlas. He hecho ambas; pero al final ninguna me ayudó. Según la psicoterapia, empecé a expresar mis emociones pero aún quería seguir golpeando.

Y entonces me pregunto ¿qué está mal conmigo? Creo que el problema principal es preguntar a los demás qué está mal contigo. Tú eres quien debe ver lo que está mal contigo, date cuenta de tu verdadero problema.

Tengo un amigo que también es de mecha corta, es muy macho. No le gustaba que le dijera que era enojón. Me decía “no, claro que no soy así, tú eres más enojón que yo”. Entonces, mi gran método de práctica fue: ok, cada vez que sientas que te enojas, corre al baño y mírate al espejo.

Después me llamó: “Rimpoché, hay algo mal en mí: ¡el demonio se me metió!”. Le dije: “No, ¿cómo crees?, ¿qué tienes?”. Contestó: “¿Recuerdas que me dijiste que cada vez que sintiera enojo me viera al espejo?, lo hice, pero no me vi a mí, vi a un demonio”. Ése es el verdadero problema: tú cometes la falta, sientes el enojo y, claro, cuando te ves no te ves bonito, te ves horrible, pero echas la culpa al exterior; tú eres el que se enoja y entonces dices que es un demonio. Pobre demonio, ¿qué culpa tiene él? Por eso, reconocer [nuestras emociones negativas] es tan importante.»

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