lunes, 6 de febrero de 2012

Asegúrate de saber cómo practicar

Estimados amigos:

Seguimos con las enseñanzas que Rimpoché impartió en el retiro de Tzintzuntzan 2010. Esta vez, se trata del tercer pensamiento: las fallas del samsara. En su explicación, Rimpoché insiste en que adoptemos la actitud correcta al meditar y que lo hagamos con plena conciencia de cómo se tiene que practicar. Esperamos que les sea de inspiración para su práctica.

Buen inicio de semana,
Alumnos de Phakchok Rimpoché en México


http://youtu.be/ZjFn04Ynjtg


«Entonces, antes de iniciar la práctica hay que pensar durante unos minutos en lo preciado de la vida humana, en que estamos sanos y ahora es el momento de practicar, pues  no sabemos cuándo podemos morir, y al morir estamos solos. Debemos adquirir una actitud de desear practicar y mantenerla durante nuestra sesión de meditación. Después, el tercer pensamiento se llama “las fallas del samsara”. Al contemplar esto se pueden tomar en cuenta dos cosas. Primeramente, se contempla desde fuera. Por ejemplo, el cuerpo físico. No tenemos gozo o felicidad pura. No quiero deprimirlos con esto; la meditación no tiene como propósito deprimirnos. Pero es importante hablar con la verdad.  La realidad es que por tener un cuerpo físico tenemos mucho sufrimiento; en nuestra mente tenemos mucho sufrimiento; con la familia tenemos muchas dificultades. He visto familias muy felices pero sin dinero, o familias que tienen mucho dinero pero se llevan muy mal. Una vez vi una familia que se llevaba muy bien y que empezaba a tener dinero; al año, al padre de familia le dio cáncer y al año murió. Conocí a alguien a quien solía decirle que practicara, le decía “por favor, practica, aunque sea poquito; ahorita no sufres, pero después vas a sufrir, por favor, aunque no me creas, practica”. Él estaba contento, manejaba su BMW, tenía mucho dinero, de repente iba a pláticas de dharma, decía que qué bien sonaba eso, daba las gracias por las enseñanzas y se iba. Hace poco recibí un correo de él; tiene leucemia. Ahora, el coche no le puede ayudar, llorar no lo va a salvar. A todo mundo le pregunta si conoce doctores o herbolarios para que lo curen, pero ya es muy tarde. Ésa es la realidad del samsara. He visto personas que practican el dharma durante muchos, muchos años. Pero cuando a un practicante el doctor le dijo, “lo siento, te quedan seis meses de vida”, reaccionó casi como un bebé, sin dignidad. ¿Saben por qué? Él practicó por veinte años sin revisar qué tanto había cambiado, qué tanto había mejorado. Cuando a mi maestro le dijeron que iba a morir, le dio las gracias al doctor por informarle y se puso a practicar; ni lloró ni hizo drama, y él también es un ser humano. He visto muchos monjes que hacen lo mismo, mueren practicando. En cambio he visto gente que practica por veinte años y reaccionan peor que gente que nunca ha practicado cuando van a morir. La gente me pregunta qué pasó, si practicaron durante años, y yo no sé, pregunten a ellos. Por eso, si vienen conmigo de retiro, quiero asegurarme de que saben cómo practicar.»

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