domingo, 1 de mayo de 2011

Piensa en la bondad de tus padres

Queridos amigos:

Esta semana queremos compartir con ustedes un extracto de enseñanzas que Rimpoché impartió a niños en una escuela de la ciudad de Metepec durante su ciclo de enseñanzas en 2010. Él menciona que, aunque mucha gente cree que él no sabe nada de niños, ahora que es padre y que muchos niños y jóvenes asisten a sus centros de entrenamiento, quiere dirigir a ellos unas palabras.

Esperamos les sean de utilidad. Disfruten al final del video algunas fotos de Rimpoché y su familia.

Buen inicio de semana,
Alumnos de Phakchok Rimpoché en México

«He viajado mucho por el mundo, he visitado diferentes culturas, países del primer mundo y así. Pero lo más importante que he visto es que todos deseamos ser felices. El problema de hoy en día es que estamos muy ocupados y tenemos poco tiempo: el papá está ocupado, la mamá está ocupada; tenemos poco tiempo en familia. Entonces, lo que sucede es que nuestra mente no tiene mucho espacio. Nuestro cuerpo está cansado y nuestra mente está centrada en nuestros problemas, así que cuando llegamos a casa, con el más mínimo problema empezamos a gritar automáticamente y nos enojamos. Por eso, lo más importante es aprender a crear espacio.

Quiero decir a los niños que lo más importante es tener un buen corazón. Cuando yo era niño, a veces no pensaba que mis padres fueran buenos. Pero si se ponen a pensar, cuando nacemos somos muy pequeños y frágiles, y sólo sabemos hacer tres cosas: llorar, comer y ensuciar el pañal. Los padres se preocupan todo el día; piensan qué tendrá el niño, rezan por que todo esté bien, se preguntan si está enfermo; en realidad es difícil saber qué tienen porque lo único que hacen es llorar. Luego el niño crece hasta los doce años y su actitud es “¿Quihubo, pa? ¿Quihubo, ma?”. Se requiere de tanto esfuerzo para criar a los niños, ¿no es cierto? Son muchas preocupaciones, hay que trabajar para mantenerlos. Así que nunca olviden la bondad de nuestros padres.

A veces me enojaba con mi mamá porque era muy ruda. A veces no me caía bien mi mamá; mi papá, sí, porque no me regañaba, todo estaba bien. Pero mi mamá, no. Ahora que soy grande, veo que mi madre fue muy buena; mi papá también, porque él me mantenía calmado, pero mi mamá también era muy buena. Ambos lo eran. Ella me decía lo que había que hacer. Ahora entiendo, porque tengo mi propio hijo y veo lo difícil que es [criarlos]. Por eso es tan importante tener un buen corazón, respetarlos y ver cómo te cuidaron y te procuraron. Mi madre me regañaba mucho y me decía todo el tiempo qué sí y qué no; a mí me chocaba “no hagas esto, no vayas allá”. Pero en realidad lo hacen por amor. Piensen en esto.»

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